Desde San José, Costa Rica, Súper Ficción emerge como una propuesta que combina rock alternativo con matices progresivos. La banda está integrada por Andrés Salazar, Adrián Salas, Johan Brenes y Luis Rodríguez, cuatro músicos que provienen de diferentes trayectorias pero que confluyen en un mismo punto: la necesidad de explorar sonidos que se mueven entre la energía y la introspección. Su más reciente lanzamiento, Ultra Ligero, muestra con claridad esa dualidad.
El sencillo, publicado el 8 de agosto de 2025, forma parte de una serie de cuatro entregas que abrirán camino a su álbum debut previsto para inicios de 2026. Con una estructura que privilegia tanto la tensión como los respiros, Ultra Ligero se plantea como un tema que no busca solo el impacto inmediato, sino la construcción de un estado emocional en constante contraste.
La canción gira alrededor de un sentimiento ambivalente: el anhelo de ligereza interior frente al peso inevitable del caos cotidiano. Los pasajes instrumentales, cargados de guitarras y teclados que dialogan entre sí, sostienen una atmósfera que oscila entre lo calmado y lo inquietante. Esa mezcla genera un pulso particular, donde la calma nunca es absoluta y la inestabilidad siempre está al acecho.
Más allá de ser un corte aislado, este lanzamiento adelanta el camino que Súper Ficción pretende recorrer en su primer álbum. El grupo apunta hacia una obra de largo aliento, en la que cada sencillo funciona como pieza de un rompecabezas mayor. En ese sentido, Ultra Ligero no se presenta como un cierre, sino como una invitación a seguir atentos a lo que viene: un proyecto que promete expandir su sonido y su alcance en los próximos meses.
En 2014, Jake Newton y Steven Solomon coincidieron en una sesión de escritura a ciegas y dieron forma a lo que más tarde sería Sleeping Wolf. Ambos transitaban caminos distintos en la música: uno detrás de una barra mientras desarrollaba su carrera como solista y el otro buscando consolidarse como productor. Ese encuentro derivó en amistad, colaboración y, finalmente, en un proyecto que mezcla la intensidad del rock con la experimentación sonora.
Con influencias que van desde Nine Inch Nails hasta Jimmy Eat World, el dúo ha sabido moldear un estilo propio que conecta con distintos públicos. Tras su primer EP en 2015, sumaron millones de reproducciones y lograron colocar su música en series, películas y hasta eventos deportivos. En ese contexto aparece The Burden, una canción de metal y rock alternativo que se apoya en guitarras densas y una voz agresiva, proyectando la crudeza y energía propias del género.
El tema no busca suavizar su propuesta: es directo, con riffs marcados que sostienen un peso rítmico inconfundible. La voz, áspera y potente, se entrelaza con la instrumentación para generar una atmósfera de confrontación. En The Burden, se percibe la decisión de Sleeping Wolf de adentrarse en un sonido más pesado, sin perder la carga emocional que siempre ha caracterizado a sus composiciones.
El recorrido de la banda demuestra que la versatilidad no está peleada con la contundencia. Lo mismo pueden crear piezas melódicas como Sippin’ on a Summer Wave que sumergirse en terrenos más oscuros y agresivos como en The Burden. Con este lanzamiento, Sleeping Wolf reafirma su lugar dentro del panorama del rock alternativo, mostrando que aún queda espacio para canciones que golpean con fuerza y transmiten sin rodeos.
Carpetman es un artista estadounidense que ha destacado por escribir, producir y dar voz a sus propias canciones, construyendo un estilo que combina electrónica, alternativas y toques de R&B con una sensibilidad única. Su música no persigue tendencias; más bien crea un universo sonoro introspectivo donde la emoción y el control conviven en perfecta armonía.
Su más reciente sencillo, “You Will Never Know It” despliega una narrativa íntima y confesional, explorando la autonomía emocional, los deseos y las complejidades del amor. Con una base minimalista de guitarra, ritmos electrónicos y una voz profunda y envolvente, Carpetman logra transmitir vulnerabilidad y sofisticación a la vez, construyendo una experiencia musical que atrapa al oyente desde el primer instante.
Lo que distingue a Carpetman es su capacidad para fusionar distintas influencias musicales sin perder identidad. Sus canciones muestran una madurez que combina la frescura de la música alternativa con la calidez y la profundidad del soul y el R&B. Cada tema se siente personal, casi como una conversación directa con el oyente, en la que las emociones se presentan sin artificios, pero con una producción meticulosa que resalta su estilo moderno.
Su universo musical es íntimo, emocionante y cautivador, y “You Will Never Know It” es una muestra del talento y la visión que lo convierten en una de las voces interesantes de la escena contemporánea.
En la delgada línea entre la realidad y el delirio nocturno aparece The Kerosene Hours, el proyecto alternativo de Aaron Silverstein, con su nueva entrega Who’s That in My Room?. Este tema se mueve entre la energía del punk, una atmósfera darkwave, sintetizadores envolventes y un coro que, sin buscarlo, se queda contigo. Hay algo familiar en su estructura, pero también una inquietud que empuja a volver a escuchar para confirmar si todo fue real o imaginado.
The Kerosene Hours no es solo un proyecto musical, es un manifiesto creativo nacido entre la medianoche y las cuatro de la mañana, esas horas turbias donde los colores se distorsionan y lo improbable toma forma. Silverstein inició esta exploración con el EP The King of Leaving en 2019 y no ha frenado desde entonces. Su obra no responde a una fórmula, sino que se ramifica en EPs, álbumes instrumentales y videoclips, como si cada lanzamiento fuese una cápsula de tiempo con preguntas incómodas y atmósferas densas.
Con el disco Fantasy Ultra (2022), Silverstein desnudó los absurdos del mundo suburbano a través de fantasías oscuras, una especie de diario sonoro y visual sobre lo que no se dice en voz alta. El EP Plagues of the Cinematic continuó esa línea, con pistas descartadas que no por ello carecían de intención. Luego vendría Sleepers I: Body in the House, una entrega instrumental que marcó el inicio de una trilogía que aún está en proceso, como un eco que se desplaza lento, pero firme.
Ahora, mientras se alista el lanzamiento de Happy We Try en 2025 y la presentación de su primer largometraje The Infinite Husk en SXSW, Silverstein nos ofrece esta canción como anticipo de lo que viene. Who’s That in My Room? no busca respuestas claras, más bien siembra dudas con una estética cruda pero controlada. Vale la pena entrar a este cuarto —aunque sea de madrugada— y escuchar qué se mueve en la sombra.
Flora Cash, el dúo sueco-estadounidense formado por Shpresa Lleshaj y Cole Randall, ha consolidado su lugar en la escena musical como una de las voces más emotivas y auténticas del folk alternativo contemporáneo. Su música se caracteriza por la delicadeza, la introspección y una capacidad única para conectar con el oyente a través de letras profundamente personales y arreglos sonoros envolventes.
Su sencillo “heaven will have to wait” se presenta como una meditación íntima y conmovedora sobre el amor, la pérdida y la fragilidad de la vida. Desde sus primeros acordes, la atmósfera creada es suave y etérea, con texturas acústicas delicadas y armonías que acarician el alma. Las voces de Shpresa y Cole se entrelazan con una naturalidad que potencia la emotividad de la pieza, mostrando la vulnerabilidad que se ha convertido en su sello distintivo.
La letra de “heaven will have to wait” profundiza en la experiencia humana de enfrentar el dolor y la mortalidad, pero lo hace desde una perspectiva que irradia esperanza y paciencia. Es un tema que invita a quedarse, a sentir, a aceptar el proceso de sanar sin prisas. El uso de cuerdas elegantes y una percusión sutil aporta un colorido sonoro que, sumado a la producción pulida, convierte la escucha en una experiencia casi hipnótica.
Más allá de ser una canción, “heaven will have to wait” funciona como un refugio emocional para quienes atraviesan momentos difíciles, recordándonos que a veces la valentía está en simplemente permanecer y acompañar el dolor sin intentar apresurarlo.
Flora Cash continúa, con esta canción y su discografía en general, dejando una huella indeleble en sus seguidores gracias a su honestidad y la belleza sonora que comparten. Con lanzamientos recientes y una carrera en constante crecimiento, Shpresa y Cole siguen explorando los matices del amor y la vida, demostrando que la música puede ser un poderoso vehículo para la sanación y la conexión humana.
Desde las entrañas culturales de Oxnard, California, surge una propuesta en la escena alternativa chicana actual: The Crystal Tears. Con un sonido que ellos mismos definen como Gothic Soul Groove, esta banda fusiona con audacia el alma profunda del soul latino, los ritmos hipnóticos de la cumbia y las atmósferas etéreas del dream pop, todo envuelto en un aura oscura y poética.
La alineación de la banda incluye a Naomi Fuentes (Voz), Cheyne Castroni (bajo), Héctor Soto (guitarra), Hekar Rivera (cello, teclado, percusiones), Bello (voz, guitarra, bajo, saxofon y órgano), Nesta Rivas (Batteria). The Crystal Tears logra crear una fusión propia que es tan nostálgico como propio.
El Track x Track de The Crystal Tears
Dia de los Muertos
“Día de los Muertos” de The Crystal Tears es una huapachosa y oscura celebración sonora de la icónica festividad mexicana. La canción fusiona la cadencia envolvente de la cumbia con violines góticos que lloran entre capas de percusión ritual y teclados espectrales, creando un paisaje musical que es tanto festivo como melancólico, sintiendose como un canto místico, lleno de nostalgia y espiritualidad, donde lo tradicional se encuentra con lo alternativo para rendir homenaje a una de las fechas más profundas de la cultura mexicana.
Es Halloween
En “El Halloween” descubrimo una original mezcla de post punk, donde guitarras dreamy y una base rítmica urgente se entrelazan con el sonido inesperado y fantasmagórico de trompetas, creando una atmósfera tensa, festiva y misteriosa a la vez. La canción captura el espíritu travieso y oscuro de la noche de brujas, jugando con imágenes góticas y referencias culturales. Esta fusión inusual entre energía punk y vientos latinos le da a “El Halloween” un carácter teatral y vibrante.
Eternal Dusk
En “Eternal Dusk”, The Crystal Tears se adentran en su faceta más lúgubre y contemplativa, dejando momentáneamente de lado sus habituales fusiones para entregarnos una pieza dominada por una interpretación de violín profundamente emotiva, con claras influencias de la música clásica y el romanticismo gótico. La atmósfera es sombría y delicada, como una elegía suspendida en el tiempo, donde cada nota parece susurrar secretos del más allá. A pesar del giro estilístico, la canción mantiene intacta la esencia del grupo en el albúm, demostrando que su identidad vive en el alma de cada interpretación.
Eternal Dusk P2
“Eternal Dusk P2” funciona como el epílogo perfecto para su predecesora, llevando la oscuridad contemplativa de “Eternal Dusk” hacia una resolución cargada de emoción. En esta segunda parte, The Crystal Tears cierran el ciclo con una sensibilidad donde el violín cede protagonismo al piano en la parte final, que entra con acordes lentos, frágiles y profundamente tristes. La pieza no busca levantar el ánimo, sino abrazar la melancolía y darle un lugar digno dentro del universo sonoro de la banda. Es un cierre íntimo y vulnerable que reafirma la capacidad del grupo para conmover sin necesidad de palabras, manteniendo su identidad emocional con una belleza sombría que deja eco.
Intertwined
En “Intertwined”, The Crystal Tears regresan a su vena más post punk con una ejecución elegante y envolvente. Con una voz femenina dulce y etérea que flota sobre cajas de ritmo rápidas y precisas, la canción construye una atmósfera misteriosa y nocturna que recuerda al espíritu clásico del género. A medida que avanza el track, la banda introduce sutilmente violines que se entrelazan con la base rítmica, aportando una textura emocional que eleva la canción sin romper su tensión. “Intertwined” es una muestra clara de cómo la banda domina el equilibrio entre lo melódico y lo sombrío, consolidando su estilo con identidad y sofisticación.
Jasmine Flowers
“Jasmin Flowers” se presenta como una de las joyas más delicadas del álbum, donde The Crystal Tears se sumergen de lleno en el universo del dream pop para entregar una balada hipnótica y nostálgica. Alejada de los matices oscuros de otras piezas del disco, esta canción destaca por sus capas etéreas de guitarras reverbadas, sintetizadores flotantes y una interpretación vocal suave que parece susurrar desde un recuerdo lejano. Es un tema que invita a perderse, a dejarse llevar por la bruma sonora que construye la banda con precisión emocional, reafirmando su versatilidad sin sacrificar la identidad que los define.
Of You
“Of You” es una balada dreamy que navega entre la melancolía y el anhelo, construida sobre texturas suaves y voces susurrantes que envuelven al oyente en una calma suspendida. Sin embargo, hacia el tramo final, la canción se transforma por completo, estallando en una ola de distorsiones densas y envolventes propias del shoegaze. Junto a “Jasmin Flowers”, este track representa el corazón más onírico del disco, donde The Crystal Tears exploran a fondo el sonido clásico del dream pop, demostrando una sensibilidad sónica.
Por Eternidad
En “Por Eternidad”, la banda retoman su característico sonido guapachoso, fusionando la cadencia vibrante de la cumbia con violines melancólicos y una atmósfera oscura pero dulcemente envolvente. Las letras, cantadas en español, hablan del anhelo profundo de amar por la eternidad, creando un contraste emotivo entre la calidez rítmica y la fragilidad del sentimiento. El tema vibra con un romanticismo fatalista, donde cada acorde y cada golpe de percusión parecen bailar entre la luz y la sombra.
Solo Yo
“Solo Yo” abre con una introducción que podría fácilmente pertenecer al catálogo de Joy Division, con un bajo profundo que marca el tono sombrío desde el primer segundo. La voz masculina principal, cargada de dramatismo y vulnerabilidad, se entrelaza con coros misteriosos que amplifican la sensación de desasosiego y deseo. A medida que avanza, la canción incorpora un ritmo rápido de caja de ritmo que late con energía constante, llevándonos de la introspección al movimiento. Es un tema que, sin perder su melancolía, invita a bailar bajo luces estroboscópicas en una discoteca gótica, donde el dolor y el placer conviven al mismo compás.
Sueño Azul
“Sueño Azul” nos envuelve desde el inicio con una introducción sutil de cuerdas y sintetizadores que abren paso a una balada introspectiva y etérea, distinta a todo lo que The Crystal Tears habían mostrado hasta ahora. A lo largo del track, se perciben influencias nuevas que expanden el universo sonoro de la banda, explorando territorios retro. Aunque da la sensación de que la canción queda a un paso de alcanzar su máximo desarrollo, “Sueño Azul” se convierte en una pieza intrigante, que aporta una pausa melancólica justo antes del cierre del álbum.
Vampiro
Fue con “Vamipo”, que la banda reafirma su estilo principal con una fusión de cumbia y generos como el dream pop, y un solo de violín electrizante de Hekar Rivera, la canción mezcla cumbia y gótico como nunca antes, convirtiéndose en una declaración de principios y en la antesala perfecta para su álbum debut homónimo.
Con este recorrido sonoro, The Crystal Tears consolidan un debut lleno de matices, donde lo oscuro y lo luminoso coexisten en perfecta armonía. Entre cumbias góticas, baladas etéreas, explosiones shoegaze y homenajes al post punk clásico, el álbum se siente como un universo propio: profundamente emocional, chicano en esencia y audaz en forma. Es un trabajo que no teme experimentar, pero que nunca pierde su identidad.
Desde el paisaje árido de Joshua Tree, FireBug vuelve a escena con un tema que no se conforma con mirar atrás ni se obsesiona con el presente. Time Marches On es una pieza de rock alternativo que mezcla guitarras eléctricas densas, acordes de piano bien situados y una batería que marca el paso con precisión. Lejos de la nostalgia o la urgencia, la canción propone una reflexión envolvente sobre el paso del tiempo y su fuerza ineludible.
La voz de Juliette Tworsey tiene el timbre y la técnica que este tipo de composición exige: no se trata de imponerse con volumen, sino de ocupar el espacio con firmeza. Su interpretación en Time Marches On es directa pero atmosférica, acompañando una producción donde los sonidos no compiten, sino que se entrelazan junto el oyente. El trabajo en guitarra de Jules Shapiro y la producción de Jordan Lawlor sostienen esa tensión entre lo orgánico y lo digital que define la estética del tema.
A lo largo de la canción, se percibe la intención de mantener el equilibrio entre la crudeza emocional y una estructura sonora bien cuidada. No hay adornos innecesarios ni excesos en la mezcla: el piano, la guitarra y la voz se turnan para sostener el centro del mensaje. Es un rock que no se desborda, pero que avanza con firmeza, como lo sugiere su título.
FireBug, lejos de repetir fórmulas, apuesta en Time Marches On por una propuesta donde el sonido acompaña la idea sin distraer de ella. La canción no depende de su videoclip ni de su contexto para sostenerse: lo hace por su construcción interna. Y en ese andar constante, casi ceremonial, deja claro que el paso del tiempo también puede ser un pulso que guía y se disfruta, no solo que arrastra.
En un mundo donde los límites entre la creatividad humana y la inteligencia artificial se desdibujan cada vez más, Lucy Dreams emerge como un proyecto musical que refleja esta nueva era. Nacida en Viena, esta banda de dream-pop conceptual está formada por dos músicos humanos y Lucy, una integrante artificial que redefine lo que significa colaborar y crear en el ámbito musical.
Lucy Dreams presenta un género propio llamado SonicWaveArtPop, una fusión única de calidez analógica y vanguardia digital que va más allá de la simple música, creando una experiencia sensorial que invita a la reflexión sobre la relación entre humanos y máquinas. Este enfoque innovador no solo cautiva con su sonido envolvente, sino que también plantea preguntas profundas sobre la identidad, la creatividad y el futuro de la expresión artística en un mundo dominado por la tecnología.
En 2025, la banda ha marcado un antes y un después con sus sencillos “Love” y “Be Here Now”, que han redefinido su estilo tanto sonora como visualmente. Estas canciones muestran una producción brillante, donde sintetizadores envolventes y melodías etéreas acompañan letras cargadas de emoción y misterio, ofreciendo una experiencia musical que va más allá de lo convencional.
“Stars”, el más reciente sencillo de Lucy Dreams, es una muestra de esta simbiosis entre lo analógico y lo digital. La canción se desliza entre sintetizadores brillantes, ritmos envolventes y vocales etéreas que crean una atmósfera hipnótica, casi mística. Es un viaje musical que explora la claridad interior, la luz que guía en tiempos de incertidumbre y la revolución silenciosa del crecimiento personal. A través de su sonido vibrante y su lirismo espiritual, “Stars” invita a los oyentes a descubrir la constelación que habita en su propio interior.
La producción de “Stars” destaca por su riqueza textural, con capas de sintetizadores y una base rítmica que no pierde su pulso ni su energía, mientras las voces flotan suavemente, transmitiendo emoción sin perder elegancia.
Psychoactive Love irrumpe con un pulso original, donde Chris Jobe amalgama rock, pop moderno y texturas experimentales en un mismo compás. El teclado se erige como un contrapunto brillante, agregando capas sonoras que invitan a descubrir nuevos rincones en cada escucha. La producción, tan pulida como disfrutable, hace que el tema se sienta tan inmediato como impredecible.
La voz de Chris Jobe encuentra en Psychoactive Love un terreno fértil para desplegar su característica emotividad. Con registros que van del susurro al clímax, su interpretación enriquece cada cambio de ritmo. No es solo la técnica lo que atrapa, sino esa cualidad de cercanía que convierte cada verso en un relato personal.
El recorrido de Chris Jobe, desde su aparición en NBC’s Songland hasta sus colaboraciones internacionales, ha sido un constante cruce de géneros. En esta canción, el bedroom pop se tiñe de un aire más dinámico, mientras las influencias soul y rock asoman sin estridencias. Los ganchos melódicos, pulidos tras 14 millones de reproducciones, siguen sorprendiendo por su capacidad para quedarse en la memoria.
En definitiva, Psychoactive Love se suma al catálogo de un artista que se niega a estancarse. La fusión de estilos aquí no es un truco, sino una forma de explorar caminos inusuales dentro del pop contemporáneo. La canción no necesita grandes adornos para mantener su frescura; basta con esa mezcla de ritmos, teclados y una voz que sabe cómo mantenerse siempre en control.
En un mundo donde la tecnología y la identidad se entrelazan, surge un proyecto que redefine los límites del arte en la era digital: Hybrid Collapse. Este proyecto de música experimental, completamente impulsado por inteligencia artificial, fusiona géneros como el glitch, IDM, industrial oscuro y pop alternativo, creando una experiencia que nos hace reflexionar sobre el poder, el control y la evolución digital.
El álbum debut de Hybrid Collapse, titulado Biopolitics, es una obra conceptual. A través de cada pista, el proyecto explora distintas facetas de las estructuras biopolíticas contemporáneas. Desde la intervención estatal en la sexualidad hasta el capital en la nube y la digitalización de la identidad antes de la muerte, Biopolitics indaga en cómo la tecnología influye y moldea las vidas humanas, a menudo de maneras invisibles pero profundamente impactantes.
El álbum se sumerge en sonidos que fluctúan entre lo abstracto y lo provocador, con una mezcla de texturas electrónicas que no solo despiertan una respuesta emocional, sino también intelectual. La producción meticulosa de Hybrid Collapse, junto con su capacidad para crear ambientes sonoros oscuros y fascinantes, transforma la música en una forma de arte que es tanto auditiva como filosófica.
Una de las características más sorprendentes de Hybrid Collapse es el uso de la inteligencia artificial en todas las etapas del proceso creativo. Desde el diseño del sonido hasta las visuales generadas para acompañar el proyecto, la IA no solo es una herramienta técnica, sino que se convierte en un co-creador dentro de esta obra. La idea de un proceso creativo posthumano, nativo de la era digital, es el núcleo de Hybrid Collapse, lo que da lugar a una estética digital decadente y cibernética que forma la base visual y conceptual de la música.
En lugar de ver la IA como una amenaza o una mera herramienta, Hybrid Collapse la presenta como una extensión natural del proceso creativo en un mundo cada vez más tecnológico. El proyecto se extiende más allá de lo auditivo a través de videos musicales en 4K generados por IA que exploran las mismas temáticas filosóficas y conceptuales del álbum. Estos videos no son solo acompañamientos visuales, sino que son narrativas completas por derecho propio, ampliando la discusión sobre la condición humana digitalizada con imágenes perturbadoras y visuales surrealistas.