Hay músicos que asumen el papel de cronistas de lo cotidiano, y en esa tradición se inscribe Cornelis Gerard. Desde el norte de Londres, este artista de origen neerlandés-irlandés extrae la materia prima de sus canciones de los detalles de la vida diaria. Su enfoque se resume en una filosofía clara: contar historias reconocibles que conectan con la experiencia del oyente, transformando lo mundano en material narrativo.
Su tema, Best Day Ever, funciona como una carta de presentación accesible a su trabajo. La canción se desarrolla sobre un ritmo divertido, equilibrando de forma efectiva una buena dosis de energía rock dentro de una ambientación pop. El resultado es una propuesta agradable que no busca la complejidad, sino establecer una conexión directa e inmediata con quien escucha, logrando su cometido con facilidad.
Este sonido directo no debe confundirse con simpleza, pues su trasfondo es diverso. A pesar de haber reprobado música en la escuela, su ambición lo llevó a aprender a tocar la guitarra para escribir sus propias canciones. Sus influencias abarcan desde el storytelling de Jarvis Cocker hasta el jazz, el post-punk y el hip-hop, una versatilidad demostrada en sus trabajos anteriores.
La propuesta de Cornelis Gerard es, en esencia, un acto de comunicación. En Best Day Ever, la música se convierte en el vehículo para una de esas historias extraídas de la vida misma. Más que un simple ejercicio de estilo, la canción cumple el propósito de tender un puente narrativo, demostrando que un buen relato puede encontrarse en la estructura de una canción bien