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SODAPOP y la fantasía “Starbeam Machine”

SODAPOP y la fantasía “Starbeam Machine”

Desde Denver, SODAPOP propone un recorrido distinto en su álbum debut Melodia, un proyecto que mezcla indie pop de dormitorio con tintes de disco y una clara intención de construir un universo paralelo. El sencillo Starbeam Machine, presentado como el primer track del disco, se sitúa en esa intersección entre lo sonoro y lo imaginado. La canción se abre paso con un aire dreamy, acompañando el concepto de un mundo ficticio que el artista lleva elaborando durante cinco años.

La inspiración detrás del álbum nace de un espacio mental que se transformó en la tierra fantástica de Melodia, un bosque acuático donde la música es la base cultural. En este contexto, Starbeam Machine funciona como introducción a esa narrativa, con letras que toman experiencias personales y las transforman en metáforas. El resultado se mueve entre lo íntimo y lo lúdico, mostrando cómo la nostalgia y el deseo pueden coexistir en un mismo plano sonoro.



El proceso creativo de SODAPOP ha sido igual de particular. Armado con un teclado portátil y una guitarra, compuso gran parte de las canciones junto a unas vías de tren, usando la improvisación como método. Esa mezcla de acordes mayores y menores refleja un sentimiento agridulce que permea todo el disco. En Starbeam Machine este recurso se convierte en la base para transmitir la dualidad de lo feliz y lo melancólico, una constante en su propuesta artística.

Formado en Santa Bárbara y con experiencia de vida en Tailandia y Serbia, el músico ha consolidado un estilo propio desde su regreso a Estados Unidos en 2020. Con más de un millón de reproducciones acumuladas y presencia en listas de Spotify, SODAPOP se posiciona como una voz dentro del indie pop contemporáneo. Con Starbeam Machine, abre la puerta a un álbum que no sólo quiere sonar, sino también habitar un espacio imaginario donde música y fantasía se confunden.


El encierro que se convirtió en música

El encierro que se convirtió en música

Nothing Feels Right es el tercer sencillo de Sleepers Club, una pieza que camina entre el dreamy y el indie rock con una melodía de guitarra que respira calma. No busca estridencias, sino sumergir al oyente en un estado suspendido, casi como si el tiempo se estirara en cada compás. Es un tema que sugiere movimiento sin prisa, un viaje interno más que externo.

La historia de su creación se remonta a abril de 2020, cuando Sydney Ward y Damon Moon se encontraron encerrados por el inicio de la pandemia. Lo que iba a ser una simple sesión de grabación se transformó en semanas de escritura improvisada, donde el estudio fue refugio y laboratorio sonoro. Allí, entre micrófonos desinfectados y amplificadores encendidos, nacieron decenas de canciones.



Después de ese periodo, llegó un cierre abrupto. Sin plan definido, decidieron guardar el material en un disco duro, dejándolo reposar sin prisa. El tiempo pasó, y la vida siguió su curso, hasta que la sensación de incertidumbre que motivó aquellas grabaciones regresó. Fue entonces cuando decidieron volver a abrir esas carpetas.

Nothing Feels Right es parte de ese reencuentro. No es una pieza que busque respuestas claras, sino una que comparte el mismo aire del que nació: el de dejar que la música hable por sí misma, incluso cuando las palabras no alcanzan para describir el momento.


Cuando el silencio habla: Julan y el enigma de la calma

Cuando el silencio habla: Julan y el enigma de la calma

Hay canciones que no necesitan levantar la voz para ser escuchadas. Julan, el proyecto musical de Moritz Wanger, se adentra en esa zona tranquila donde el silencio pesa tanto como el sonido. Con Mystery of Silence (Radio Edit), presenta una pieza que no busca apurarse ni impresionar de entrada. Se toma su tiempo. Su tempo lento y los sonidos electrónicos crean un espacio suspendido, casi como si la canción flotara.

La propuesta de Julan nace desde un proceso interno más que comercial. Después de trabajar en bandas sonoras y composiciones orquestales, Wanger redirige su energía hacia algo más íntimo, más despojado. Este tema en particular funciona como un puente entre lo etéreo y lo humano, con una producción que prioriza lo sutil. El estribillo final, que llega a los 2:36, ofrece una apertura emocional inesperada, como si el silencio mismo se quebrara por un instante.



Grabado en los paisajes naturales del norte de Nueva Gales del Sur, en un estudio rodeado de selva y océano, el sonido de Mystery of Silence (Radio Edit) parece llevar algo de ese entorno consigo. No hay estridencia, solo capas que se despliegan con paciencia, guiando al oyente hacia una sensación de introspección. La canción invita, más que dirige. Observa, más que actúa.

Julan no se presenta como una respuesta, sino como una pregunta en forma de música. Esta versión radio edit es solo una parte del panorama; la versión completa, con su introducción ambiental, puede encontrarse en el álbum. Ambas comparten un mismo pulso: el de una búsqueda que no teme al silencio, y que entiende que a veces, en lo lento, en lo quieto, también hay fuerza.


Curiosidad a flor de piel: la melancolía luminosa de Skinny Dippers

Curiosidad a flor de piel: la melancolía luminosa de Skinny Dippers

En medio del incesante vaivén que caracteriza la escena indie actual, Skinny Dippers ofrece un respiro sin pretensiones con su nueva canción I Just Can’t Help Feeling Curious. El proyecto liderado por Ryan Gross, con base en Brooklyn pero con raíces en la costa de Maine, parece seguir buscando el equilibrio entre la introspección personal y los paisajes musicales que evocan tardes al borde del mar. La canción mantiene ese sello suyo: melodías suaves, armonías corales y guitarras que flotan sin urgencia.

La colaboración con miembros de TOLEDO en su anterior álbum The Town & The City no fue un accidente. Esa influencia se deja sentir en esta nueva entrega, donde la mezcla de indie rock con elementos de folk y dream pop se mantiene vigente. Pero lo que destaca aquí no es el género, sino la forma en la que Skinny Dippers transforma un sentimiento común —la curiosidad emocional, la duda que roza la nostalgia— en un paisaje que parece tan personal como colectivo.



I Just Can’t Help Feeling Curious no recurre a grandes gestos ni a una producción saturada, al contrario, se apoya en lo mínimo necesario para que la letra respire y la melodía haga su trabajo sin forzar nada. La canción fluye como si estuviera escrita para ser escuchada sin apuro, ideal para aquellos momentos en los que uno necesita conectar con algo que no explique demasiado pero acompañe igual.

Hay una estética costera que permanece como fondo invisible en todo lo que hace Skinny Dippers. No solo por su origen, sino por la forma en que su música invita a la contemplación y al recuerdo, este nuevo sencillo no rompe moldes ni intenta epatar, pero en su honestidad y sencillez radica su valor. Vale la pena escucharlo, dejarse llevar por esa curiosidad, y tal vez encontrar ahí un poco de uno mismo.


Quells y la nostalgia que respira en “Lucky”

Quells y la nostalgia que respira en “Lucky”

Desde los rincones más brumosos del indie actual emerge Quells, el proyecto solista de Adam Fitzgerald, con su canción Lucky, una pieza que no necesita levantar la voz para hacerse notar. Su sonido dreamy se desliza lentamente, como una corriente que arrastra al oyente sin avisar. La voz baritono se mantiene suspendida, flotando entre capas de texturas que más que acompañar, abrazan.

Quells, con base en Detroit y pasos previos por Edimburgo y Colorado, no sigue una ruta definida, y en Lucky eso se nota. La canción no busca el golpe inmediato, sino la construcción de un ambiente que permita perderse dentro. La herencia de proyectos como Shady Groves o Moon Lake se percibe, pero aquí hay un tono más contenido, casi íntimo, donde lo que se dice importa tanto como lo que se calla.



Hay algo deliberadamente difuso en la manera en que Lucky avanza. No pretende una progresión clara, sino una expansión envolvente, al estilo de Slowdive o Beach Fossils. Lo emocional no se subraya, se filtra lentamente en el oyente, entre notas que se repiten y voces que apenas rozan. La producción apuesta por el detalle sutil, y eso le da consistencia sin saturar.

Para quienes disfrutan perderse en paisajes musicales donde cada escucha revela algo nuevo, Quells ofrece una ruta que vale la pena explorar. Lucky es más un estado que una canción, una invitación a detenerse en medio del ruido diario. Más que estar hecha para encajar en una lista de éxitos, es para quienes necesitan una pausa y un refugio.


Wombo y la realidad de Danger in Fives

Wombo y la realidad de Danger in Fives

En un panorama donde el indie pop suele transitar caminos conocidos, Wombo propone un desvío interesante con “Danger in Fives”. La banda de Louisville, Kentucky, construye esta canción como una especie de espejismo sonoro: familiar por momentos, pero siempre lista para escapar de cualquier encasillamiento. La estructura es libre, pero no caótica; lo suficiente para que uno se sienta envuelto sin saber del todo por qué.

La voz de su vocalista actúa como guía en este paisaje difuso. Su tono agudo y casi etéreo no se impone, más bien flota, dejando una estela que define el ambiente con sutileza. La atmósfera que logra no es casual, sino parte del ADN de un grupo que prefiere mirar el mundo a través de un prisma distinto, sin la necesidad de explicarlo todo.



Lo que en otras bandas sería un riesgo, en Wombo parece una decisión natural. Las influencias del pasado punk pop de sus integrantes no desaparecen del todo, pero aquí se diluyen en capas más suaves, más introspectivas. “Danger in Fives” no se apoya en un estribillo pegajoso, sino en una tensión controlada que se sostiene gracias al equilibrio entre voz, ritmo y espacio.

Este nuevo lanzamiento no busca grandes declaraciones. Más bien, se asienta como una pieza más del universo paralelo que Wombo ha venido construyendo desde sus inicios. Y en ese universo, las canciones no se explican: se sienten como breves visitas a un lugar que parece real, aunque uno no sepa del todo dónde está parado.


Thom Chapman: Psicodelia y Arte en una Sinfonía de Sueños

Thom Chapman: Psicodelia y Arte en una Sinfonía de Sueños

Thom Chapman es un músico y creador que invita a sumergirse en paisajes sonoros donde convergen el psych pop, el dream pop y el art rock oscuro. Originario de una trayectoria que combina la música con un fuerte trasfondo en las artes visuales, Thom ha logrado desarrollar un sonido que evoca tanto la nostalgia de los años 60 como la frescura del surrealismo contemporáneo.

Thom también es la mente creativa detrás de Fox Grin, un proyecto de indie art rock, y A Co., un conjunto instrumental de beats chill su versatilidad y creatividad lo han llevado a compartir escenario con artistas como Becca Mancari, Boy Orbison y Angel Snow, e incluso abrir para Brittany Howard durante la gira con Mancari.



Recientemente, Thom lanzó “Dopamine”, una canción que encapsula a la perfección su estilo distintivo. Esta pieza es un viaje psicodélico envuelto en guitarras difusas, armonías soñadoras y letras que exploran el enigma del amor a primera vista y la ilusión de felicidad que crea el romance químico. La combinación de sonidos y emociones hace que “Dopamine” sea a la vez hipnótica y profundamente eufórica, recordando a la banda sonora de una ruptura en un mundo lleno de neones y magia retro.


Psicodelia entre hermanas: el viaje musical de “Cinnamon”

Psicodelia entre hermanas: el viaje musical de “Cinnamon”

Desde Los Ángeles llega Band of Muses, un proyecto gestado entre dos hermanas, Penny-Scarlett Muse y Daisy Rose Muse, que se abre paso con una primera entrega titulada “Cinnamon”. La canción, publicada en abril de 2025, propone un recorrido sensorial donde los ecos de la psicodelia clásica se combinan con una instrumentación que no teme explorar matices orientales. El resultado es una mezcla que remite a una época, pero que no busca imitarla, sino reinterpretarla desde una visión más íntima.

Las referencias son claras: Led Zeppelin, The Doors o Jefferson Airplane funcionan como pilares, pero lo interesante es cómo Band of Muses los filtra a través de su propio universo. En lo instrumental, Daisy Rose toma como guía la técnica de Eric Clapton, dando lugar a pasajes de guitarra que evitan el exceso y apuestan por la atmósfera. Por su parte, las letras de Penny-Scarlett reflejan una sensibilidad lírica que se nutre de figuras como Bob Dylan y Tori Amos, aportando un aire introspectivo sin caer en la pretensión.



“Cinnamon” no se presenta como una canción que busca complacer de inmediato, sino como una experiencia que se construye por capas. La voz, etérea y perfectamente integrada, guía la melodía entre sonidos envolventes y ligeros contrastes, aportando un carácter onírico que se mantiene firme a lo largo del tema. Hay una intención clara de jugar con el ritmo y el color, sin abandonar nunca la estructura de una canción pop bien contenida.

Aunque este es apenas su debut, Band of Muses deja claro que su propuesta no se limita al guiño nostálgico. Con nuevas canciones previstas para este 2025, el dúo parece tener claro hacia dónde quiere llevar su proyecto: un espacio donde lo clásico y lo personal se encuentren sin forzar la convivencia. “Cinnamon” es solo el inicio de ese camino, uno donde las influencias no pesan, sino que acompañan.


Entre sombras y calidez: así suena “Supermoon”

Entre sombras y calidez: así suena “Supermoon”

Con una trayectoria que ha cruzado escenarios tan diversos como el Carnegie Hall en Nueva York y festivales en Europa del Este, Whitney Lyman ha construido una carrera marcada por la exploración sonora y una voz que desafía lo convencional. Desde su rincón en el Pacífico Noroeste, ha sabido ser parte esencial de la escena musical de Seattle, moviéndose entre el indie pop, el rock y la experimentación instrumental con soltura y decisión.

Su nuevo lanzamiento, “Supermoon”, continúa ese camino, pero desde una orilla más introspectiva. La canción se desliza sobre un ritmo tranquilo y bien contenido, con una producción que abraza un rock suave pero cargado de una atmósfera ligeramente oscura. En lugar de optar por la efusividad, Lyman se sumerge en una ambientación contenida, que deja espacio para el detalle y la pausa, sin perder conexión emocional.



La voz de Whitney Lyman, siempre presente pero nunca avasallante, funciona como un ancla emocional en medio de esta bruma melódica. Hay una calidez escondida en su interpretación, como si la oscuridad que propone “Supermoon” no fuera del todo fría, sino más bien un refugio momentáneo. Esa ambivalencia entre sombra y abrigo es quizá el mayor acierto de esta entrega, que logra sugerir más de lo que afirma.

Respaldada por marcas como Gibson y Mackie, y con un historial de colaboraciones que incluye a ODESZA y la Seattle Rock Orchestra, Whitney Lyman continúa trazando un camino propio, sin estridencias ni fórmulas repetidas. “Supermoon” no busca impresionar desde lo obvio, sino generar un espacio sonoro donde el oyente pueda habitar con calma, entre lo etéreo y lo íntimo.


Isola Mare y el arte de soltar: una oda a los amores que se van

Isola Mare y el arte de soltar: una oda a los amores que se van

En un universo donde la música es refugio, bálsamo y espejo, nace Isola Mare, el proyecto musical de la actriz, compositora y cantante español-mexicana Mar Colina. Con una propuesta que combina pop alternativo, poesía emocional y paisajes sonoros.

Su más reciente sencillo, titulado “Libre”, es una delicada joya que rinde homenaje a los amores pasajeros, esas aves de paso que, aunque breves, dejan huellas profundas. Producida por el talentoso Pehuenche, la canción es un canto suave pero firme a la libertad emocional, al acto valiente y amoroso de dejar ir sin rencor.



“Vuela libre, que no hay mayor quimera que atrapar el amor”, reza uno de los versos centrales, encapsulando la esencia del tema: amar también es soltar, sin poseer, sin retener.

Musicalmente, la canción combina un minimalismo elegante con melodías envolventes que recuerdan a Lana Del Rey, pero con una calidez que evoca a Mon Laferte y una profundidad lírica cercana a Zahara. Es una canción que no necesita grandilocuencia para conmover; su fuerza está en la sinceridad, en el vacío que deja lo que ya no está, pero que aún se honra.

Desde muy joven, Mar Colina encontró en la música un canal de expresión auténtico. Lo que comenzó como poesía en sus diarios adolescentes se transformó con el tiempo en canciones que exploran el amor, el duelo, la nostalgia y la liberación. En Isola Mare, su identidad artística cobra vida con una madurez emocional que conmueve por su honestidad.