En el vasto paisaje musical, donde la experimentación se entrelaza con la melodía, Townes, el alter ego musical de Matt Radich, se erige como un creador que desafía las convenciones y teje un tapiz sonoro único. Uno de sus últimos sencillos, “Oh No”, extraído del álbum “Ghostwriters”, lleva a los oyentes por un viaje intrépido donde el indie pop y la electrónica convergen en una amalgama vibrante y poco convencional.
Con una serie de EP grabados en casa a su nombre y varios sencillos nuevos en estudio, Townes se ha consolidado en la escena musical como un punto medio adictivo entre el indie-rock y el pop. Matt Radich, también conocido como uno de los pocos admiradores genuinos de Nicolas Cage, aporta a su música un ingenio cínico y se autodenomina humorísticamente como “malo”. Sin embargo, aquellos que se sumergen en su obra descubren capas de autenticidad y creatividad que eclipsan cualquier autorreproche.
Con una base en Montreal, Quebec, Radich ha perfeccionado sus actuaciones en vivo durante varios años, dejando su huella en lugares de tamaño mediano. Aunque Townes es esencialmente un acto en solitario, la experiencia en vivo se siente como la arremetida poderosa de una banda completa. Incorpora elementos visuales, juegos de luces programados manualmente y una energía que cautiva a la audiencia, habiendo compartido escenario con actos como Holy Fuck y Zola Jesus.
“Oh No” es la canción más reciente en la corona musical de Townes. La canción es un testimonio de la habilidad de Radich para combinar una escritura excepcional con una producción que evoca la nostalgia de finales de la década de 2000. Las influencias de artistas como Beck, Hot Chip y Diamond Rings se entrelazan en una sinfonía que desafía las etiquetas y redefine los límites de la creatividad musical.
En “Ghostwriters”, el álbum que alberga “Oh No”, Townes nos invita a sumergirnos en un mundo donde las fronteras entre los géneros se desdibujan, y la música se convierte en un vehículo para la expresión pura y sin restricciones.